El resultado de la ingestión de dosis elevadas de alcohol es
el estado de embriaguez (alcoholismo agudo); ésta se caracteriza por síntomas
de orden neurológico (embotamiento de las funciones sensitivas, trastornos del
habla que llegan a la incoherencia, ataxia o falta de coordinación de los
movimientos y otros de orden psicológico que se concretan en confusión mental y
conducta impulsiva, que puede ser peligrosa.
El abuso crónico del alcohol llega a producir lesiones
degenerativas del sistema nervioso y de otros órganos (cirrosis hepática,
polineuritis), que son causa de algunos cuadros clínicos con personalidad
nosológica propia. El alcoholismo crónico lleva consigo fenómenos de
habituación similares a los de las toxicomanías y degrada en conjunto la
personalidad del individuo, por lo que constituye un verdadero problema médico
y social, que se está planteando cada vez con caracteres de mayor gravedad.
Los psiquíatras están de acuerdo en que la habituación al
alcohol se da en personalidades neuróticas que buscan en la acción estimulante
y euforizante del mismo una falsa superación de sus conflictos psicológicos
inconscientes y de su sentimiento de inseguridad.
Conviene distinguir entre los bebedores ocasionales,
llamados también bebedores sociales porque recurren al alcohol como medio de
facilitar las relaciones sociales, y los habituales. Estos últimos suelen
desarrollar cierto grado de tolerancia, que explica que no sufran a veces
estados de intoxicación aguda, pero los efectos degenerativos del tóxico son en
ellos mucho más acentuados, y en los casos crónicos pueden llegar a la demencia
alcohólica.
El tratamiento de la
intoxicación aguda moderada consiste en la cesación total de la ingestión
de alcohol y la administración de café muy cargado o fármacos estimulantes. En
los casos más graves hay que atender especialmente a la rehidratación del
paciente y a la administración de substancias que protejan contra los efectos
tóxicos (vitaminas de la serie B) y, si la agitación es intensa, de sedantes.
Para el tratamiento del alcoholismo crónico se recurre frecuentemente
a las curas de deshabituación basadas en la creación de un reflejo condicionado
consistente en que la ingestión de alcohol quede mentalmente asociada a la
imagen de una reacción desagradable. Con este fin se utilizan eméticos
(apomorfina) u otras substancias que, inmediatamente después de ingerir
alcohol, provocan enrojecimiento de la cara, náuseas y estado colapsiforme, que
puede llegar a ser peligroso.
Los resultados obtenidos con esta técnica de
condicionamiento suelen ser transitorios. Para conseguir resultados más
duraderos hace falta actuar sobre el fondo neurótico del alcohólico, ayudándolo
a comprender y superar sus conflictos inconscientes por medio de la
psicoterapia o el psicoanálisis.
Parecen especialmente útiles las psicoterapias de grupo, en
las que el paciente pueda compartir sus experiencias con otros alcohólicos o ex
alcohólicos.