Existen dos tipos principales de obesidad: la idiopática o
constitucional y la sintomática. Esta última se divide, a su vez, en exógena,
por sobrealimentación o sedentarismo, y en endógena, debida a trastornos
hormonales, como ocurre en el síndrome de Cushing, el hipogenitalismo, etc.
La obesidad es causa de graves inconvenientes para el organismo,
sobre todo trastornos circulatorios y
metabólicos (cardiopatías, hipertensión, arteriosclerosis, diabetes, gota,
litiasis biliar, etc.).
Se ha comprobado estadísticamente en los obesos un
acortamiento de la duración media de la vida, a partir de los 35 años.
La terapéutica de la obesidad es de carácter etiológico,
fundamentalmente dietético, y el régimen hipocalórico que se instaura se
acompaña además de un marcado incremento de la actividad física. A veces pueden
ser útiles medicamentos anorexiantes.
Desde un punto de vista médico, se considera obesa aquella
persona cuyo peso es superior por lo menos en un 15 % al normal para su talla.