Modalidades etiológicas. Meningitis cerebroespinal
epidémica. Es una enfermedad aguda y contagiosa causada por el meningococo;
afecta especialmente a jóvenes y niños, con preferencia en otoño y primavera.
El inicio es muy brusco y la evolución sin tratamiento suele ser muy grave. El
líquido cefalorraquídeo es purulento y contiene abundantes meningococos.
Meningitis bacterianas purulentas secundarias. Se deben a la
colonización en las meninges de algún germen infeccioso procedente de un foco
séptico cercano (propagación por vecindad) o alejado de las meninges
(metástasis hematógena). El diagnóstico se consigue mediante punción lumbar y
aislamiento del germen.
Meningitis linfocitarias
abacterianas. En estas variedades de meningitis el líquido cefalorraquídeo es
claro; las más importantes son:
a) Tuberculosa. Es consecutiva al período de diseminación
miliar tuberculosa, y por tanto se propaga a varios órganos: pulmones, hígado.
No es de comienzo brusco ni cursa con fiebre elevada. En esta forma es muy
importante la afectación de la base cerebral con parálisis de los nervios craneales,
parálisis facial y blefaroptosis.
b) Por virus. Corresponden a las que antiguamente se
denominaban asépticas o linfocitarias. Las producen los enterovirus,
poliovirus, mixovirus y el agente de la mononucleosis infecciosa.
Meningitis con líquido rojo. Se produce por procesos
patológicos capaces de provocar una hemorragia en el interior de las cavidades
que contienen el líquido cefalorraquídeo.
Sintomatología
general. Los signos clínicos más característicos de meningitis son:
cefaleas intensísimas, fiebre alta, vómitos y rigidez de nuca, acompañado todo
ello de un estado de postración con creciente estupor o delirio.
Por exploración física puede objetivarse la irritación
refleja de los nervios espinales: rigidez de la nuca, signo de Kemig positivo
(dolor a la extensión de la rodilla, estando flexionada la cadera), signo de
Brudzinski positivo (al flexionar la cabeza se flexionan ambas rodillas),
abarquillamiento del vientre, etc.
Tratamiento. Debe
instaurarse urgentemente un tratamiento etiológico, de ahí que el diagnóstico
precoz sea de gran importancia, en especial en las meningitis purulentas. En
las meningitis víricas el tratamiento actual es tan sólo sintomático: reposo en
cama, dieta, administración de líquidos abundantes, etc.