El herpes genital es una infección vírica de transmisión
sexual causada por el virus del herpes simple o VHS. Existen varios tipos de
virus del herpes simple pero sólo dos, el VHS-1 y el VHS-2, causan herpes
genital.
En la mayoría de casos no hay manifestaciones de la infección.
Cuando hay, se presentan en forma de múltiples lesiones, como por ejemplo
vesículas o úlceras dolorosas. El VSH-2 es el principal causante del herpes en
el área genital, aunque también puede infectar otras partes del cuerpo -por
ejemplo, la boca-durante las prácticas de sexo oral. El VHS-1 suele provocar
infecciones en los labios y en la boca y originar lesiones muy características
(vesículas, pasas), pero también puede infectar el área genital.
Ambos tipo de virus pueden provocar vesículas o ampollas que
se pueden reventar y dejar úlceras dolorosas, localizadas en la vagina, en el
pene, alrededor del ano, en las nalgas, en los muslos e, incluso, en otras
partes del cuerpo. Estas lesiones pueden tardar unas cuántas semanas en curarse
y pueden ir saliendo otros con el
tiempo, a pesar de que los brotes posteriores no son tan intensos y duran menos
tiempo.
A menudo la infección por herpes genital es asintomática, es
decir, no provoca ningún tipo de molestia o manifestación y, en cambio, se
puede transmitir fácilmente de una persona infectada a otra durante las
relaciones sexuales (orales, vaginales o anales).
El herpes genital no se cura; es una infección crónica. Sin
embargo, hay medicamentos que pueden acortar la duración de las lesiones y
disminuir el dolor que provocan.
Síntomas
Muchas veces las personas que sufren herpes genital lo
desconocen porque no presentan ningún síntoma o no saben que las molestias que
tienen son debidas a esta infección y las confunden con otras enfermedades.
Aun así, si hay síntomas durante el primer episodio de
herpes genital (brote) pueden ser bastante intensos. Suelen aparecer de una a
dos semanas después de haberse producido el contagio, en forma de una o varias
vesículas o ampollas localizadas en el pene, el escroto, la vulva, la vagina,
el cuello uterino, el ano, las nalgas o los muslos.
Estas vesículas o ampollas se pueden reventar y dejar
úlceras dolorosas que se curan entre dos y cuatro semanas más tarde, sin dejar
cicatrices. También puede haber otros
síntomas como por ejemplo fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos (de
las ingles, las axilas o el cuello), picor, ardor o sensación de dificultad al
orinar, dolor de cabeza, dolor muscular, cansancio o malestar general.
Aunque desaparezcan las úlceras y los otros síntomas, el
virus no desaparece del organismo y puede reactivarse en cualquier momento y
causar un nuevo brote sintomático o recurrencia (normalmente entre cuatro y
cinco al año), en que aparecen úlceras nuevas en los mismos lugares que en el
primer episodio. Los síntomas en las recurrencias suelen ser menos intensos y
duran menos tiempo que en el primer brote. A menudo, un tipo de señales
(hormigueo, ardor o picor en la zona donde
había las úlceras en el primer brote) avisan de la aparición de un nuevo
brote de herpes genital, horas o días antes de que se produzca.
Las personas que sufren alguna enfermedad que afecta el
sistema inmunitario (las defensas) cómo, por ejemplo, leucemia o infección por
el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), tienen más probabilidades de
presentar más brotes y también que los síntomas sean más intensos y
prolongados. Por otro lado, las personas que sufren herpes genital tienen más
riesgo de contraer la infección por el VIH puesto que esta infección puede
entrar y propagarse en el organismo humano a través de estas lesiones.
A veces, las personas que tienen herpes genital recurrente
desarrollan alteraciones psicológicas como por ejemplo ansiedad o depresión.
Diagnóstico
Cuando se trata de un brote típico de herpes genital, el
examen visual de las lesiones y la recogida de muestras de estas lesiones para
ser analizadas en el laboratorio pueden ser útiles para el diagnóstico de esta
infección.
También se puede hacer un análisis de sangre para ver si se
han formado anticuerpos contra el VHS-1 o el VHS-2. De todas maneras, esta
técnica sólo sirve para las primoinfecciones o brotes iniciales.
Tratamiento
Actualmente no hay un tratamiento curativo para la infección
del herpes genital, pero hay fármacos antiherpéticos que pueden hacer disminuir
los síntomas y el número y la duración de los brotes repetidos.
El herpes genital se trata habitualmente con fármacos antiherpéticos
(por vía oral), durante el brote o episodio sintomático, tanto si es el primero
cómo si se trata de una recurrencia. En aquellos casos en que las recurrencias
son muy frecuentes (más de seis al año), el tratamiento antiherpético suele ser
diario y de duración indefinida.
El tratamiento diario puede reducir la posibilidad de
transmisión a las parejas sexuales de las personas infectadas.
Prevención
El herpes genital se contagia por contacto directo de la
piel o las mucosas (vagina, pene, ano, boca) con las lesiones herpéticas. Por
lo tanto, se recomienda no tener relaciones sexuales durante el brote de herpes
genital hasta que las lesiones se hayan curado o haya finalizado el tratamiento.
El uso correcto del preservativo reduce el riesgo de
transmisión del herpes genital, aunque de manera menos efectiva que en la
prevención de otras infecciones de transmisión sexual, puesto que también puede
aparecer en zonas del cuerpo que no pueden ser protegidas ni cubiertas por el
preservativo (por ejemplo, los labios mayores de la vulva o el escroto).
Es muy importante que las personas que tienen o han tenido
herpes genital informen la pareja o
parejas sexuales para que sepan que
puede haber riesgo de transmisión y decidan juntas las medidas de sexo
más seguro que quieren adoptar.
Vivir con el Herpes
Genital
Aparte del tratamiento farmacológico, hay una serie de
medidas de tipo higiénico que se tienen que tener en cuenta cuando presenta una
infección por herpes genital:
Evitar tocar las lesiones o úlceras y, en caso de que esto
pase, lavaos bien las manos con agua y jabón antes de cualquier manipulación.
Llevar vestidos anchos y ropa interior de algodón para
disminuir las molestias, mantener secas las lesiones, no poner cremas ni pomadas y hacerbaños con agua
caliente.
Seguír una dieta equilibrada, hacer ejercicio físico y tener
un reposo adecuado, puesto que esto puede ayudar a reducir el número de brotes
de herpes genital.
Complicaciones
La mujer embarazada que presenta una infección activa por
herpes genital puede transmitir la infección al hijo o hija durante la
gestación o durante el parto. Las consecuencias del herpes genital de una mujer
embarazada sobre el niño varían según se trate de un primer brote o bien de una
recurrencia. Cuando se trata de un primer episodio hay más riesgo que se
produzca un parto prematuro, una muerte fetal o alteraciones neurológicas en el
futuro bebé.
La detección y el tratamiento precoz del herpes genital en
la mujer embarazada pueden reducir mucho estas complicaciones.